La imagen poética de JULIAN MALATESTA
realizado en la Biblioteca Departamental el 13 de Marzo de 2008. 7 PM.
Julián Malatesta* y conversatorio al final
http://www.mediamax.com/ntcmedia/FileManager/malatesta.mp3.mp3
En la primera fotografía la mesa y José Zuleta interviniendo el la introducción al acto.
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Fotografías y audios: MIC de NTC …
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Próximamente aquí: otros registros y detalles (fotos, textos, corto video etc) del evento.
Título: “La imagen poética” . Autor: JULIAN MALATESTA . Editorial: Universidad del Valle
Año: 2007, 154 páginas. ( Libro completo en pdf: link más adelante)
Por: Alejandro José López Cáceres
Agradecemos al autor habernos proporcionado el texto y la autorización para publicarlo. El texto se encuentra en la página del autor en: Poesía y modernidad
No se afrontan los problemas de fondo haciendo concesiones fáciles. En lo que toca a la definición de la poesía, el camino más cómodo consiste en aceptar su carácter insondable, esa cierta acepción arquetípica que la liga al misterio, a lo arcano. Por esta vía se le declara muy pronto como algo ininteligible y se acepta, sin más, el fracaso de la razón para dar cuenta de ella. Semejante tentativa resulta inaceptable. Incluso a sabiendas de que el periplo reflexivo jamás habrá de ser satisfactorio de modo completo, sus hallazgos nos sobrevienen como algo imprescindible por más parciales o provisionales que sean. Porque transitamos hacia el ejercicio poético de acuerdo con ellos, nos disponemos al acto creativo regidos por esos logros frágiles y tornadizos. Es verdad que luego llegará a nuestra estancia esa invitada enigmática, también es cierto que terminará imponiéndonos sus emergencias; sin embargo, para que pueda ingresar será necesario abrirle la puerta. Y abrir la puerta es un acto tan deliberado como el de sentarse a escribir.
La propuesta conceptual hecha por JULIAN MALATESTA en su ensayo comienza con la noción romántica del hecho poético y rastrea las transformaciones que dicha concepción ha experimentado hasta instalarse en la contemporaneidad, cargada de nuevos sentidos e interpelando de un modo diferente el acto creativo. En el libro “ La imagen poética " se recoge el debate que las diversas vanguardias artísticas del siglo XX hicieron ante los postulados del Romanticismo. Y, dado que las coordenadas históricas lo permiten, se realiza el balance de una polémica cuyas aristas no han perdido el filo completamente. De esta manera, se nos detallan las objeciones que los vanguardistas pusieron de manifiesto -o, más exactamente, en manifiestos- frente a los románticos; así como también los aportes que unos y otros hicieron en esta controversia, una de las más fecundas que se han dado en la historia reciente de nuestro ámbito cultural.
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¿En torno a qué gravita aquella noción romántica de la poesía? ¿A qué realidad responde o qué la propicia? Quizás el fenómeno más determinante de la modernidad es lo que se ha llamado la muerte de Dios, cuya primera manifestación fue el famoso texto que Jean Paul Richter incluyó en su novela “Siebenkäs”, de 1796, ese célebre “Sueño” titulado: “Discurso de Cristo muerto en lo alto del edificio del mundo: no hay Dios”. Ese sentimiento de la inexistencia o retirada de Dios va a provocar una crisis profunda en las diversas instancias de la vida social y en el corazón mismo de la cultura occidental. Y es el detonante de lo que ha dado en denominarse secularización. [1]
“Es derecho de nosotros los poetas
Estar en pie ante las tormentas de Dios,
Con la cabeza desnuda,
Para apresar con nuestras propias manos
El rayo del padre, a él mismo.
Y hacer llegar al pueblo envuelto en cantos
El don celeste”. [2]
Dicha concepción romántica percibe que al ámbito de la poesía es la verdad, entendida ésta como aquello que se opone a lo contingente; es decir, a los avatares del acontecer, de lo anodino. Entonces, la palabra poética viene a ser aquella que funda lo que permanece; y, de ello, la condición derivada hacia los poetas los convierte en seres singulares. En el ensayo “La imagen poética” aparece dicho así: “Son ellos los elegidos para llevar a cabo la más generosa de todas las tareas, mantener viva la memoria de los hombres, es decir, su diálogo permanente con los dioses”. (Pág. 25)
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Pero lo trivial acecha y, en la modernidad, se impone. Cualquier heroísmo, o grandeza, o distinción se diluye en la época del vértigo. La contingencia radical que signa estos tiempos modernos es incompatible con el estatuto del lenguaje arquetípico o de la lengua primigenia. Julián Malatesta denomina este fenómeno la ruina del aura y se acompaña de Baudelaire, quien primero la percibió, y de Benjamin, quien la indagó con insistencia, para desplegar su reflexión a este respecto. La mudanza recurrente y sus ritmos precipitados reclaman una palabra igualmente cambiante, capaz de habituarse a la agitación; entonces, la poesía se vuelve búsqueda y no instauración. Nos dice Malatesta: “Allí se instala el obrar poético, no tras la verdad, ese aliento permanente que el poeta romántico contribuye a hacer eterno, sino al compás de lo que acaece, en el movimiento de las cosas, en la fragmentación del mundo”. (Pág. 32) Esta poderosa transformación en la percepción del tiempo, eso que Octavio Paz llamó aceleración de la historia, va a transmutar el ámbito de la poesía; de manera que, en lo sucesivo, no será la verdad aquello que la determine, sino la verosimilitud. El poema, por su parte, dejará de ser revelación; sin embargo, no será esto propiamente una degradación, pues a cambio habrá de recibir un esmero nuevo, un ímpetu de elaboración y una avidez de confección impensables en el paradigma romántico. Sí: el poema ya no será más la instauración de lo permanente; pero habrá ganado la condición de mundo posible, de lugar. Por este mismo camino, la mitología del poeta como elegido habrá quedado igualmente derruida. Estamos, pues, ante una radical ruptura con la tradición. Se ha abierto la puerta para el advenimiento de las vanguardias y su ímpetu de novedad.
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El anti-trascendentalismo del acto poético significado en las vanguardias, con sus diferentes apuestas por lo efímero, reserva también para el lector un nuevo rol. Pero antes de anotarlo, permítaseme una observación relacionada con la estructura del libro “La imagen poética”. Dedicados los tres primeros capítulos a la concepción romántica de la poesía y a las circunstancias que generaron su crisis, Julián Malatesta se encarga en adelante de señalar y analizar los principales hitos de las vanguardias. Sabe bien que una historia de la poesía moderna no tendría por qué afrontar la tarea, por demás irrealizable, de inventariar todos los poemas escritos; de lo que se trata, más bien, es de rastrear los más grandes hallazgos y las aportaciones cruciales. Y en esto sí que ha sido afortunado el ensayo que ahora reseñamos. Hay que decir, además, que el lector agradece el buen tino que su autor ha mostrado en la selección de los poemas y de los fragmentos de aquellos manifiestos, ensayos y cartas con los cuales ilustra el recorrido del análisis, pues, a más de aclaratorios, resultan gratos, muy gratos de leer. Decía, entonces, que la estructura del libro consta de dieciséis capítulos. Me faltaría anotar, en este sentido, que los dos últimos han sido reservados por el autor para sintetizar sus razonamientos y concretar una propuesta analítica en relación con el asunto de la imagen poética.
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Regresemos al lector. Dado que las vanguardias conciben el poema como mundo posible, dotan la palabra en él de un funcionamiento particular. No hay lugar para significados ni gramáticas preexistentes; así, la nueva manera en que las palabras se relacionan, su sintaxis naciente, hará que el lector deba disponerse a una actitud de permanente desciframiento. Estos inesperados modos de ser del poema provocarán en el lector “la necesidad de habitar este mundo que ahora se le ofrece, aprendiendo nuevos modales de lectura y transformando sus modos de ver”. (Pág. 35) Esto equivale a decir que la lectura se entenderá en adelante como un acto forzosamente creativo para que el poema alcance su plena realización. En tal sentido, afirma Malatesta: “Aquí termina ese tipo de poesía en donde el lector es solamente un receptor melancólico de una profecía que está por cumplirse”. (Pág. 67)
Pero seguramente la mayor conquista realizada por las vanguardias es el establecimiento de la imagen como razón de ser del devenir poético. Y, aunque pueda valerse del gran repertorio de recursos expresivos que la tradición ofrece, la imagen se sitúa en una dimensión que trasciende la retórica, que desborda lo preestablecido. Dicho de otro modo, el carácter de la imagen, su ámbito, es la construcción, o, mejor aún, la incesante instalación. En este ensayo se nos recuerdan las palabras de Pierre Réverdy, a manera de definición: “La imagen es una creación pura del espíritu. La imagen no puede nacer de una comparación, sino del acercamiento de dos realidades más o menos lejanas”. (Idem.) Al aproximarse, dichas realidades anulan sus significados preliminares y, al hacerlo, transitan hacia una nivel distinto; esto es, hacia una realidad poética. Veámoslo en algunos fragmentos de “Unión libre”, aquel preciado poema de André Breton:
“Mi mujer de cabellera de llamas de leña
De pensamientos de relámpagos de calor
De talle de reloj de arena
Mi mujer de talle de nutria entre los dientes del tigre
(…)
Mi mujer de pestañas de palotes de escritura de niño
De cejas de borde de nido de golondrina
Mi mujer de sienes de pizarra de tejado de invernadero
Y vaho de cristales (…)
Mi mujer de muslos de greda y de amianto
Mi mujer de muslos de lomo de cisne
Mi mujer de muslos de primavera
De sexo de gladiolo
Mi mujer de sexo de alga y de bombones antiguos
Mi mujer de sexo de espejo (…)” (Págs. 65 y 66)
Notica de NTC … : El poema completo ver págs 65 y 66 en : LA IMAGEN POÉTICA. Julián Malatesta. Libro completo (pdf). ClicK en el título o en http://laurenstephens.net/uploads/c46c841b05.pdf
La vertiginosa sucesión de propuestas radicales, de movimientos incluso programáticos -con todo y manifiesto- que premeditan operar cada uno a su manera la ruptura con la tradición, dará lugar, en sí misma, a una nueva tradición hecha de rupturas; esto es, a una tradición de la ruptura. Afortunada es esta formulación que hace Octavio Paz en su inolvidable ensayo “Los hijos del limo”[3]. Nos permite comprender que el fenómeno de las vanguardias artísticas del siglo XX es heterogéneo y está repleto de contradicciones, de divergencias, de retracciones. En el libro “La imagen poética”, Julián Malatesta nos conduce en un gratificante viaje por las más significativas. De esta suerte, discurrimos por las exploraciones metafóricas y tipográficas que hace Apollinaire en sus caligramas, los cuales nos convidan a trazar nuestros propios recorridos de lectura. O por el culto a la velocidad y a la guerra expresado por Marinetti y los Futuristas italianos. O por el hechizo que producía en los dadaístas la indefinición y el anti-belicismo:
“Fiel emisario del cañón
Llevas la muerte en el aire que vibra
Vuelves fríos y rígidos como vigas
a los que acuestas bajo su beso inmundo
Víbora alada de vuelo ardiente”. (Pág. 57)
O por los dispositivos oníricos de los surrealistas y esas radicales tecnologías de creación que reclamaban darle cauce al fluir del inconsciente, como la escritura automática. O por el ímpetu anti-mimético de Huidobro y los creacionistas, quienes a fuerza de convocar la razón y el sentimiento buscaban conseguir eso que llamaron superconciencia, eso mismo que les permitía afirmar: “El pájaro anida en el arco iris”, o “El océano se deshace agitado por el viento de los pescadores que silvan”. O por el rechazo que manifiesta César Vallejo en relación con el fervor por la novedad, que juzga esnobista y vacío. O por ese reverso del hai kú que son los microgramas de Jorge Carrera Andrade:
“Gaviota: ceja de espuma
De la ola del silencio.
Pañuelo de los naufragios.
Jeroglífico del cielo”. (Pág. 125)
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Hacia el final del recorrido, Julián Malatesta nos propone su propia concepción de la imagen poética. Extrapola algunos términos del lenguaje de la biología, acogiendo la propuesta de Ernest Gombrich, quien introdujo el concepto de ecología de la imagen. Nos dice Malatesta, auspiciado por Gombrich: “la imagen poética posee esta dimensión ecológica, es decir acontece en condiciones históricas y sociales, en vínculos especiales con corrientes del pensamiento, con tendencias estéticas y prácticas culturales, todas posibles de ser leídas a través de su propio cuerpo visible. Sin embargo, esta lectura requiere de condiciones de verdad contingentes o situacionales, que hagan de la imagen una construcción convincente -léase verosímil-, al interior de la obra poética, no en ningún otro lugar”. (Pág.137) Y más adelante ensancha esta idea con una nueva extrapolación. Esta vez nos habla del ecotono, que en la biología remite a ciertos “ámbitos singulares en los cuales es posible hacer convivir e interactuar especies y organismos cuyo origen y hábitat son abiertamente incompatibles”. (Pág. 138) ¿Sería una suerte de locación en la cual logran cohabitar armónicamente un pingüino y un león? Algo así. La imagen poética, tal como la concibieron las vanguardias en su avidez, opera de un modo similar; es decir, teje puentes insospechados, caminos imprevistos para que materiales expresivos de procedencias disímiles, e incluso antagónicas, convivan y produzcan significaciones nuevas.
Julián Malatesta nos expresa, desde la introducción de su ensayo, la aspiración que tiene en el sentido de que su trabajo sea un instrumento para la discusión, un insumo para la polémica. No me cabe duda de que así será, y hay dos razones que me permiten presagiarlo. Por una parte, este escrito logra hacer un intenso recorrido por las controversias más álgidas en relación con el asunto de la creación poética en la modernidad; es decir, es éste un trabajo riguroso. Por otra, su lenguaje no solamente es claro, sino que muchas veces resulta provocador. Permítanseme, a manera de ejemplo, un par de citas. Éste es el título del capítulo VIII: “La conspiración de la imagen y la asonada latinoamericana”. Ahora, el primer párrafo de dicho apartado: “Esta agitada insurrección europea y americana, suscita un gran alboroto en la casa latinoamericana en donde dos figuras singulares ya se habían anticipado a los acontecimientos. Se trata de los poetas Juan José Tablada y Vicente Huidobro, quienes aún comprometidos en muchos aspectos con la escuela modernista, inician el proceso de rebelión en América Latina”. (Pág. 76) Voy a decirlo sin ambages, y aprovecho que ya estoy cerrando esta presentación. Sí, “La imagen poética” es un estupendo libro de algo que propongo denominar, a partir de este momento, “erudición belicosa”. ¡Que venga, pues, el debate!
Cali, marzo 13 / 2008
Por Julían Malatesta
Apreciadas amigas y apreciados amigos
Siempre será para mí un acontecimiento de grata recordación estos escenarios donde episódicamente y a propósito de diversas manifestaciones culturales solemos encontrarnos para dialogar, reír e ironizar el mundo y la época que nos tocó en suerte. Celebro que estén aquí mis amigos más queridos, los cómplices de siempre, los leales que esperan el triunfo, aun cuando en secreto se vaticina la derrota.
Todos sabemos qué significa el hacer intelectual y académico en una ciudad orientada por la astucia, la destreza de los mercaderes y la estulticia de sus dirigentes. Estar aquí hoy resulta un encuentro con la soledad y también una reunión con la dignidad del espíritu, que tengo la certeza, todos Ustedes honran.
Quiero confesarles que he escrito un libro porque anhelo lectores, que me he comprometido en la ardua tarea de pensar el oficio del poeta con el íntimo deseo de hacer pública su dificultad, de hacer reconocible esa anónima faena que no siempre es celebrada, pero que enaltece la condición del género humano. Y en este afán de encontrar lectores, tengo la felicidad de empezar mi cuenta con las generosas palabras de mi compañero de academia Alejandro José López Cáceres . Como Ustedes lo han escuchado, hay en su reflexión una mezcla de sufrimiento y alegría, sufrimiento porque lo agobia el deseo de dialogar a fondo con ese ámbito intelectual al que él pertenece y que se evoca provocadoramente en las páginas del libro La Imagen Poética; y de alegría porque tiene la virtud de convertir la lectura en un acto creador. Harold Bloom ya nos había advertido sobre el papel del dolor en toda lectura y también el lugar que ocupa la felicidad en la creación.
En este auditorio están mis próximos, mis más cercanos lectores, aquellos que me proporcionan la dicha de perseguir, fichar, identificar y descubrir sus audacias y sus fatigas. No siempre se puede prever el goce o el fastidio, pero tenerlos cerca proporciona la posibilidad de advertir el hastío aun frente a sus lealtades de amigos. Así que pido comprensión y excusas por lo que pude decir y se me escapó de la letra o lo que dije y sin embargo no fue suficiente. Todo libro es un punto de partida, un camino que no conduce de manera prefijada a una meta. Se trata de un camino que hay que recorrer con los afanes del retorno.
Siempre me he caracterizado por acompañar mis efímeras acciones de un proyecto ilusorio, eso se lo aprendí a mi padre y a Don Quijote. Por irrisorio que sea el trajín del hombre sobre la tierra, siempre debe haber una gran causa que lo conduzca. Por eso quiero proponer ante Ustedes un debate construido con los lápices de la luz, quiero decir, con los portales, blogspot y páginas web que nos facilita ese extraño libro universal que ha ideado la tecnología y donde nuestro amigo Gabriel Ruiz resulta ser el tipógrafo de la postmodernidad. Un debate que puede orientarse por lo menos en tres aspectos:
· En el poema, acontecimiento que ocurre en la historia, la ironía es el dispositivo que hace posible pensar esa historia.
Presumo que toda obra establece un diálogo con la tradición, indaga un pasado, hurga en una memoria y desde su presente los somete a escrutinio y a juicio con un sólo dispositivo: la ironía. Con este artefacto del pensamiento la obra funda su propia crítica.
· El poema se funda en un tiempo que no coincide con el tiempo de la vida, pero no obstante nos deja ser habitantes del mundo posible que crea.
El instante del autor y el instante del lector revela un tiempo encapsulado que no coincide con el tiempo de sus vidas, un tiempo sin objeto ni fin, un tiempo sin propósito y sin cronología que sin embargo los deja habitar, ser testigos oculares del acontecimiento, estar en el lugar de los hechos.
· La metáfora es el soporte de la imagen, con ella el mundo de la ficción sale a hacer mundo.
Pienso que la obra es la metáfora en sí misma, su acontecimiento no se halla en la palabra o en la oración, su mecanismo no se reduce a la sustitución y a la analogía, es en tanto funda un mundo posible y esto es posible por la imagen, porque la creación poética es un acontecimiento visual, palpable y reconocible mas allá de los significados y porque el mundo que propone está por hacerse y ha de ser sólo a través de la lectura.
Ya he iniciado esta discusión con mis amigos del Taller de Poesía EL PALABREO , que para quienes no lo saben, son gente de palabra, y con estas inquietudes también he interrogado a mis estudiantes de la Licenciatura en Literatura y de la Maestría en Literaturas Colombianas y Latinoamericanas. Tengo la presunción de que el debate acalorado y aguerrido de las Vanguardias Latinoamericanas ofrece una enorme riqueza para pensar nuestro quehacer literario. Cuando Alejandro con su irónica bondad denuncia mi altanería en el texto, sólo logra hacer evidente las tribulaciones de un militante de la confrontación. Sin ser un fanático de las ideologías siempre asistiré como un soldado a la contienda con lo viejo y con esa enteca tradición de esta región que todavía sigue cantando los paisajes del siglo XIX sin percibir los procesos de disciplina a los que la modernidad los ha sometido. Pero también pienso que es preciso enfrentar el adocenamiento de un campo intelectual sometido al vaivén de los inanes caprichos de las administraciones culturales. Quizá ese sea el legado de las Vanguardias artísticas y literarias que se esforzaron por construir un campo intelectual autónomo.
Un abrazo para todos.
Julián Malatesta.
La Imagen Poética
Julián Malatesta
Marzo 13, 2008 . 6:30 PM
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Libro completo (pdf):
Ilustración en la carátula. Autor: Pablo Ardjasp Jiménez Tello
. Contracarátula
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J. M.
ISBN: 978-958-98168-7-5
La Imagen Poética. @ Julián Malatesta
E- mail: julianmalatesta@hotmail.com
Escuela de Estudios Literarios . Facultad de Humanidades Universidad del Valle Cali - Colombia
Ilustración de carátula: Pablo Ardjasp Jiménez Tello
Impreso y hecho en Colombia. Prohibida la reproducción total o parcial, por cualquier medio o con cualquier propósito, sin la autorización escrita del autor. Incluso de esa versión digital.
Diseño, diagramación e impresión: Anzuelo Ético, Ediciones
Introducción 13
I. De la mimesis primaria a la transformación del objeto 17
II. Lo eterno y lo contingente. 22
III. La ruina del aura. 27
IV. Contra el arte de imitación. 35
V. La escritura como montaje y el culto a la velocidad. 47
VI. El lenguaje de los sueños y la escritura automática. 61
VII. La imagen y la experiencia del límite. 65
VIII. La conspiración de la imagen o la asonada latinoamericana. 77
IX. El poema creado. 84
X. La mesura del Haikú y los andamios estridentistas. 91
XI. La limpieza ultraísta. 100
XII. Sentimiento y razón, la cabriola de la imagen. 108
XIII. Las técnicas de agrupamiento o la prueba hiperbólica. 113
XIV. El poeta es un visionario. 122
XV. La ecología de la imagen y las estructuras icoecotónicas del poema. 136
XVI. A manera de conclusión. 143
Bibliografia. 147
Texto e imagen en las solapas
JULIÁN MALATESTA
-Juan Julián Jiménez Pimentel-
Nacido en Miranda -Cauca-, 1955. Licenciado en Literatura de la Universidad del Valle. Maestría en Comunicación y Diseño Cultural. Se desempeña como profesor titular de la Escuela de Estudios Literarios de la Universidad del Valle, Cali-Colombia.
En 1985 publica su primer libro de poemas Hai Kues titulado Hojas de trébol. La Universidad del Valle le publica en 1995 el libro de poemas Alguien Habita la Memoria, una selección muy personal de su producción poética en esos años.
En 1997 gana el premio Jorge Isaac con el ensayo Presencia de la poesía china y japonesa en algunos poetas latinoamericanos, publicado por la Gerencia Cultural de la Gobernación del departamento del Valle.
En 1998 y en el 2000, participa en el IX y XI Festival Internacional de Poesía que se realiza anualmente en Medellín.
En el 2000 publica el libro Poéticas del Desastre, Aproximación critica a la poesía del Valle del Cauca en el siglo XX, con el auspicio del Fondo Mixto para la Promoción de la Cultura y las Artes del Valle del Cauca. En el 2003 edita, corregida y ampliada, la investigación Poéticas del desastre, Aproximación crítica a la poesía del Valle del Cauca en el siglo XX, Edición a cargo del Centro Editorial de la Universidad de Valle.
En el 2002 publica el libro de poemas La cárcel de Babe1, edición a cargo de la Universidad del Valle.
En el 2003 participa en el XIII Festival Internacional de Poesía de Medellín y forma
parte de la organización de la Primera Cumbre Mundial de Poetas por la Paz de Colombia que se realizó en el marco de este evento.
En el 2004 publica el poemario Cenizas en el cielo, editado por la Escuela de Estudios Literarios de la Facultad de Humanidades en la Universidad del Valle. En el 2005 publica el ensayo La ciudad revelada, en el libro de fotografia: Cali ciudad visible, memoria visual de una ciudad.
Una selección de sus poemas fue publicada en la revista de Rotterdam, Poetry Internacional, 2006. Integra la antología de poesía Colombiana, preparada por Fabio Jurado Valencia publicada en el 2006 por la Universidad Nacional Autónoma de México.
En el 2007 publica el poemario El mecanógrafo del parque, en la Colección Tierra Baldía.
Poemas suyos han sido publicados en revistas nacionales y extranjeras y traducidos al Inglés y al francés.
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Agradecimientos
Especialmente quiero rendir mi agradecimiento a dos extraordinarios profesores de la Maestría de Comunicación y Diseño Cultural de la Universidad del Valle, quienes supieron promover algunas ideas germinales que se hacen importantes en mi reflexión. Sus clases activaban el conocimiento por la vía de la implicación y no por el sendero dogmático de los significados. Son ellos, Sonia Muñoz y Sergio Ramírez.
También un especial reconocimiento a mis compañeros de estudio Adolfo Albán Achinte y Álvaro Tomas, quienes compartieron conmigo el humor y la búsqueda de senderos críticos en nuestra
formación.
A mis estudiantes de la Maestría en Literaturas Colombiana y Latinoamericana, un grupo heterogéneo de jóvenes creadores y críticos estudiosos, quienes con sus audacias y sus precisiones teóricas contribuyeron a enriquecer mi trabajo, les ofrezco mi más sincera gratitud; en ésa relación profesor-estudiante que nunca acaba por constituirse, se halla toda la riqueza de la labor investigativa y la fuerza que llena de vitalidad a la Universidad pública.
A mis amigos José Zuleta , Orlando López Valencia e Ignacio Coral Quintero , compañeros poetas y narradores, quienes con su generosidad, su decidido apoyo intelectual y sus puntuales reflexiones contribuyeron a la presentación final de este ensayo. Y con mucho júbilo a mi hijo Pablo Ardjasp, quien con su talento y perspicacia estética ilustra la tapa de este libro.
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INTRODUCCIÓN
Pensar el devenir de la poesía latinoamericana en el siglo XX, implica por lo menos dos grandes restricciones: Primero reducir el corpus teórico, el campo temático donde debe instalarse el diálogo y ejercitarse el camino de la reflexión. Ello conduce a que en el estudio se seleccione a algunos poetas y autores cuya escogencia está determinada en gran parte, por el gusto y la predilección particular y, por su pertinencia frente a lo que pretendemos exponer. La segunda restricción alude a una obligación: es necesario pensar el hacer poético desde el oficio, es decir, como una escritura particular que se realiza en un tiempo históricamente determinado y por ello posee en alguna medida una historia, un ámbito temporal donde se construyen y deconstruyen sus reglas de ejecución retórica.
La crítica literaria es lo suficientemente copiosa como para que esto haga legítima, la insensata aventura de dar cuenta absoluta de todas las vicisitudes del hacer literario; ella misma ha segmentado su objeto de análisis y ha orientado sus reflexiones hacia asuntos temáticos restringidos, algunas veces desperdiciados en nuestras lecturas individuales y otras caprichosamente ajenos a nuestra preocupación intelectual. Las maneras de abordar los estudios literarios son múltiples y se hacen desde una perspectiva filosófica, histórica, sociológica, psicoanalítica y hasta semiótica, disciplina ésta que ha tenido contemporáneamente más comercio entre nosotros y que se instala como una teoría de la significación, con la pretensión directa de dar cuenta de la naturaleza del discurso literario. La semiótica resuelve el análisis en la diégesis, estratificando el texto y con ello tratando de definir aquello que lo hace único y singular en relación con otro tipo de discursos.
Nos queda también la reflexión retórica que se adhiere a cierta tradición ortodoxa que hunde sus raíces en el pensamiento antiguo y que no es nada despreciable en la crítica contemporánea. Es desde la retÓrica donde aún se hace escandaloso y álgido un debate no concluido sobre figuras e imágenes como la elipsis, la sinécdoque, el tropo, el símil, el retruécano, el palíndrome, la metáfora, la ironía, el símbólo y, finalmente, la alegoría, instrumentos de valor y utilidad en el ejercicio poético.
Estamos pues en el jardín de los senderos que se bifurcan, todos ellos orientados a la construcción de una poética que hoy ya no consulta géneros, pero que detiene su acuciosa mirada en las diversas funciones literarias.
En este sentido, mi reflexión tiene un carácter residual, trata de saber los alcances de esa ruptura tan escandalosamente difundida que la ~poesía modemista produjo con la poesía anterior, léase romántica, o si la ruptura radical se produce tiempo después, con el surgimiento de las vanguardias europeas y su expresión singular en• América Latina. Con qué medios expresivos, concepciones teóricas e influencias estéticas se van a producir tales rupturas y hasta dónde quedan disueltos los hilos de continuidad histórica entre un movimiento y otro. Quizá para darle cabida a una preocupación que me asalta a menudo en mi escritura poética, quiero aventurar la hipótesis según la cual en el centro de la discusión se halla el tratamiento de la imagen, el lugar y la prioridad que se le otorga y su carácter funcional.
Para esto, nada mejor que emprender el camino del ensayo pues, como bien lo dice la palabra, él admite la prueba, la tentativa, legitima de cierta forma la aventura, hace del riesgo y el peligro una tentación, nos devuelve la audacia y cierta inocencia, nos amenaza con la ingenuidad a la vez que nos propone ser malvados. El ensayo permite el tropiezo, el atajo, la invasión, el desalojo o el asalto. En palabras de Clifford Geertz:
Para dar rodeos y avanzar por calles paralelas, nada más conveniente que el modelo de ensayo. Uno puede desplazarse casi en cualquier dirección, aunque si ciertamente la cosa no funciona, puede retroceder y volver a comenzar por alguna otra opción con un coste moderado en tiempo y decepciones. A media carrera, las rectificaciones son bastante fáciles, pues a uno no le . preceden cien páginas de argumentos que deba sostener, como. ocurre en una monografía o en un tratado. Los desplazamientos por callejuelas aun más pequeñas, así como los rodeos más amplios, causan poco perjuicio, pues con todo no se confía en . que los progresos aumenten inexorablemente, sino que lo hagan de forma tortuosa e improvisada, mostrándose allí donde aparecen. y cuando llegamos al momento en que ya no queda nada que decir sobre un tema, el asunto puede simplemente dejarse de lado. «Las obras no se acaban -decía Valery-, se abandonan» (l).
Este ensayo abunda en tentativas que quieren ser novedosas, está plagado de intuiciones aún no lo suficientemente desarrolladas y quizá adolezca de retornos imprevistos y de una fragilidad causada por el carácte"r provisional que tiene toda.la discusión sobre la noción de modernidad
Sin embargo, debo señalar que mi propósito se orientó a rastrear la noción de imagen y con ella de metáfora, sugerida, defendida y abiertamente explícita en las escuelas o movimientos literarios que han sido abordados en mi reflexión. Hay un buen recaudo de documentos que contribuyen a que algunas aseveraciones se encuentren favorecidas por la confirmación en las fuentes y esto es el resultado de un aceptable levantamiento bibliográfico, no sólo pertinente a los movimientos literarios y poetas en particular, sino a una amplia exploración en el material teórico que se ha producido sobre el tema de la poesía, concebido en términos históricos y en ese oscuro vínculo entre lectura y escritura que le da su origen.
Aunque realizo un recorrido orientado a dar cuenta de un debate especialmente agitado sobre la naturaleza del poema o sobre su condición en sí, tengo plena conciencia de sus alcances y limitaciones; mas también percibo su aguda apertura hacia posteriores reflexiones que puedan situarse en el ámbito de lo particular y que por ello gocen de su condición de objeto único de estudio. Me refiero a la metáfora que ocupa seriamente mi interés y cuyo estudio apenas está sugerido en el presente ensayo.
Quizá se cumpla de este modo la condición intrínseca del ensayo:
Propiciar un escenario para la divagación intelectual, proponer arriesgadamente ideas que pueden ser polémicas en la comunidad e incluso dudosas para el mismo autor pero que, dado su carácter provocador y provisional, se encuentran ahí cumpliendo su papel de detonante de ideas renovadoras del hacer crítico. Un ensayo está hecho para el examen, es un instrumento para la discusión y su vitalidad depende en gran parte de la recepción crítica de la que sea objeto. Espero que logre su objetivo.
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I GEERTZ, Clifford. Conocimiento Local, Ensayo sobre la interpretación de las culturas, Paidos, Barcelona- España, 1994. P. 15.
http://www.agapea.com/CONOCIMIENTO-LOCAL-Ensayos-sobre-la-interpretacion-de-las-culturas-n114801i.htm
http://www.amazon.com/Local-Knowledge-Interpretive-Anthropology-Classics/dp/0465041620
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La imagen poética: un mundo posible
Por Carolina Urbano
Reseña publicada en la Revista de Poesía LUNA NUEVA No. 34 , Julio 2008, Página 82. Carolina Urbano hace parte del Consejo de redacción de la revista.
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Un recorrido por los movimientos de la poesía moderna con el ambicioso proyecto de develar la esencia de la misma, su naturaleza, a partir de la imagen es la promesa que JULIAN MALATESTA hace a los lectores. Ambiciosa sí, y él reconoce en este intento sus limitaciones, las limitaciones que tiene toda empresa teórica que queda anclada en los conceptos. Por esto Malatesta sale bien librado, pues en vez de hacer los coqueteos conceptuales sobre la imagen o la metáfora, se vale de lo que ha sucedido en la “historia de la poesía”: comprender la naturaleza de la poesía signifi ca conocer el contexto que ha alimentado al poeta para cantar su espíritu, signifi ca también un devenir en que cada poeta hace lo suyo gracias al pasado y a cierta tendencia hacia lo “nuevo”. La poesía así es una construcción, íntima pero también colectiva, que el autor va justifi cando con uno o varios poemas seleccionados con la precisión de un relojero, pues juega con ellos de tal manera que sirvan de evidencia a sus palabras y por eso, deben dar la hora exacta. De ese minucioso aparato poético salen a flote una cantidad de relaciones históricas, sociales y estéticas, que constituyen la materia prima para el encuentro con la imagen y sus transformaciones. Aparece, por ejemplo, que muchas veces lo que se considera “nuevo” no es precisamente lo novedoso per se sino un mirar hacia otros lados que los demás no conocen, como es el caso de la defi nición del término “dadá”, que generalmente se asocia a un sonido infantil que bien puede signifi car cualquier cosa, porque el dadaísmo mismo no pretende ir tras signifi cado alguno. Sin embargo, Malatesta no se queda ahí y lo vincula con una deidad africana encargada de proteger y cuidar la corona de los iniciados. De todas las voces que salen en este libro queda el sabor de limpias imágenes que han superado el tiempo en el que fueron creadas y la vigencia de los movimientos que las inspiraron, porque la imagen poética no es diferente de la manera como Julián Malatesta intenta dar cuenta de ella, es un conjunto de relaciones de tal variedad que difícilmente podemos clasifi car sin más en una época o encasillar en unos cuantos conceptos. No en vano señala que “el poema es la construcción de un mundo posible, un mundo sujeto a sus propias reglas y leyes, puesto en marcha ante los ojos del lector demoliendo en él su pre-alistado saber, su destreza habitual.” Es, pues, función antigua del poema la creación de nuevos mundos, es antigua también la función de los poetas de beberlos, embriagarse de ellos y deconstruirlos. (Publicado en este portal: Julio 26, 2008)
--- > Esta reseña se publica tambien en la página correspondiente a la edición venezolana: "La imagen poética". Edición venezolana. http://jumala-ntc-laimagen-ve.blogspot.com/2008/07/la-imagen-potica-edicin-venezolana.html
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